miércoles, 21 de diciembre de 2011

El nudo


Luego marchaba silenciosa
a la penumbra candorosa
y un triste orgullo la encendía
¿Que pensaría?
Jose María Eguren

    Es así, por más que doy vueltas y vueltas se queda donde mismo, como un perpetuo lazo, un revoltijo de hilos que se diluyen y se desvanecen entre los dedos.
Hoy llegará María Inés. Ocho meses sin verla ¿Vendrá atrasado el tren?.
Y aquellos nueve años ¿Por qué no tengo mamá?. Porque no la necesitas. Pero todo el mundo en la escuela tiene, y hoy en la clase de Biología explicaron que las gentes nacen de una mamá. ¡Porquerías!... ¡Algo habrá pasado con ella! ¿no?. Cuando usted nació, su madre enfermo y al cielo se fue. ¿Y vive allá?. Misericordioso que es el señor. ¿Vendrá a verme?. Que eso está lejos y el viaje cuesta lo suyo.
    Para que decirle que su bendita madre, recogió los bártulos un buen día y se largó para la capital con Chucho el camionero. María Inés en sus primeros pasos, creciendo y escarbando por todos los rincones del pueblo... y en las tardes cuando el calor menguaba, la colocación de un ladrillo para alcanzar al fogón y a la ventana para verme venir y enseñar su sonrisa carente de algún que otro diente. Apure padre, que los frijoles se enfrían.
    El cansancio y el administrador que a las seis de la tarde se le ocurre mandar las reses para el matadero. ¿No podrían vivir un día más las infelices y yo terminar la jornada laboral como Dios manda?. Pero que estos frijoles saben a mierda ¡Riquísimos hija! Padre, desde hoy en adelante cuando llegue de la escuela voy a cocinar.
    Sentados en el portal en sillones de balancín con las estrellas colgando en la noche clara y el olor a guarapo mezclado con la hierba seca y la tierra polvorienta.
“ ¿Usted está en la cola de comprar pasajes?” Que no, que yo estoy esperando el tren donde viene mi hija”.
Y María Inés ya no persigue mariposas, o colecciona luciérnagas; tampoco suspira desde su taburete antes de irse a la cama. Padre, voy a estudiar técnico agrónomo. ¿Cómo? ¿Y eso qué es?
Ya es seguro que el tren viene atrasado, pero igual nadie me saca de aquí hasta que pase el maldito.
    Dos años, ¡Dios mío! que largos días y que escasos fines de semanas. ¡¿Pero ya?! Este es mi diploma papá. Buenas notas, ¡Caramba!, ¡Quien lo hubiera creído! y usted, hija... Me envían a Villa Clara, ya sabe por lo de cumplir el servicio social. ¿Villa Clara? “Donde diablos de todos los infiernos queda eso”. Pero no se preocupe mi viejo, porque ahora vienen las vacaciones. Y los días goteando. Ojala se hubiera marchado al otro día, entonces no hubiera sucedido lo otro.
    Pero ella está en camino de regreso, que así lo decía el telegrama: “Llego miércoles, espérame”. Ni besos papá, ni palabras sobrantes para sobrellevar la expectativa. Que no soy culpable María Inés, te lo juro.
¡Oye Antonio! como que vi a tu hija el otro día. Pues que bien, Pancho. Y que también escuche comentarios. Pues, venga hombre ¿Qué es lo que anda en la boca de la gente ahora?. ¡Nah! usted sabe... son cosas. ¿Me va a decir compadre?. Lo de María Inés que está de muy amiga con la Isabel. ¿Y quién es esa?. Esa muchacha de la capital que anda de práctica por el plan ganadero, usted sabe. ¿La tractorista?. Sí, creo que tiene que ver con algo de agronomía. Y bien, ¿Qué pasa conque mi hija tenga una amiga? Usted no lo creerá compadre... pero las cosas son más complejas. ¡Acabalo de soltar, carajo!. ¡Que andan medio que emparentadas!. ¿Emparentadas?. Sí, que son pareja. ¡¿Pareja?!.
¿Y no es el cabrón el último que se entera?
¿Usted vera, hija...que la gente está diciendo...
¿Sobre qué, papá?.
De usted y esa tractorista de la capital.
¿Ah sí?¿Y qué es lo que dicen?.
Digame la purita verdad, hija ¿Cuanto de amiga es esa mujer para usted?
Muy amiga.
¡Hablemos claro! ¿Ella le ha ofrecido algo a usted?
¿Ofrecido?
Bueno, si está tratando de... convencerla...
¿No entiendo papá?
Ya sabes María Inés, esas amistades que no son buenas a la larga, porque te embarran hija... y ya la gente dice que estás... ¡Jesús María y José! ¡Revolcándote con ella!... ¿Habrás visto que burrada!
¡No se ponga así papa ¿quiere? yo se lo iba a decir en estos días!. ¿¿El qué??.
Lo de nuestra relación.
“!La madre que te parió!” ¿Una relación?
Sí papa, ella es mi chica.
¡Cállese la boca!
Se que no es del gusto de todos, pero ella es una buena muchacha. ¡Que cierre ese pico, carajo!
Y yo la quiero.
¡Y que tape esa maldita boca para hablarme así!
¡Lo siento papa, estoy enamorada!
¡Mi hija no es una vulgar lame coños!
¡Padre!
¡Ni una jodida palabra más!
¡Pero tiene que entender!
¡Prefiero que se quede tejiendo calcetines toda su puta vida o que incluso se arrime con un negro, pero ... con una mujer! ¡Primero muerta!.
    Es un nudo, y uno hala, estira, desenreda y cuando piensa que ya tiene la punta, resulta que está quebrado y que no, ese no es el extremo de donde todo se hace un embrollo.
    Ya viene el tren, arrastrándose y rezongando por la humeante vía férrea, llevando apenas un retraso de dos horas.
Y la siguiente tarde, ahí, justamente en el deslinde del pueblo con el plan Genético forestal: María Inés con la rubia tractorista. A éstas las reviento yo, y lento, acercándome por detrás de los arboles, sin hacer ruido, despacio y quieto, observando.
    Ahí están, manos con manos estrujadas, contemplándose con expresión idílica de idiotas, ajenas a este que soy yo.
Ella, cabellos largos y dorados desparramados inclinandose y rozando labios de espera de mi María Inés que sonríe suave y dichosa; con ojos que alzan vuelo hacia las palmeras, o hacia el horizonte suspirando a las palabras de su amante. Rubia que se separa y arranca una florecilla silvestre del camino y prende a cabellos oscuros. Semblantes como paridos de un poema de esos que su madre releía los domingos de descanso y sobre todo espejos de estrellas encendidas en las miradas. Atrás, despacio, alejándome, sin hacer ruido. ¡Dios! ¿Cuando fue que me hice tan viejo?
    Fue en la represa como mar obligado a estancar las aguas donde la rubia tractorista, revisaba los viveros de peces que los técnicos habían traído unos meses atrás. La joven sentada en el muro de hormigón en mi espera antes de su próxima inmersión. Innegable cuestionamiento del cuerpo de muy buen ver y las facciones hermosas de la fulana. Buenos días Antonio, tengo que hablar con usted. Pues, ya la escucho. Quiero hablarle de su hija. ¡Mala cosa!. Hubiera querido ir a su casa pero creo usted trata de evitarme... ¿Qué pasa con mi María Ines?. Yo la quiero. ¡Eso es pura mierda señorita como quiera que se llame!. ¡Espere! por favor, estoy dispuesta a hacer lo que sea para tener su consentimiento, sé cuanto usted significa para ella. No hay nada qué hacer. ¡Nos queremos, señor! usted debe entender. Mirada abierta, limpia, reclamando y se me quedan cortos los argumentos.
¡Lárguese de estos parajes, tractorista! se que mascullo pasando de largo.
   Efectivamente el tren entra bufando y se detiene ¿En que vagón estará? porque ha tenido que venir sentada ¿verdad?
¡Pero esa muchacha se tiró al agua y no sale. ¿Cuanto tiempo se puede estar sin respirar allá abajo?. ¡Carajo! mueve el culo y mira ver por que no acaba de asomar esa cabeza de pajuza rubia por sobre el muro. Deja de estar sentado esperando que Robaina venga con los sacos de abono y echa un vistazo. ¡Burbujas en el agua! ¡Me cago en...! Afuera camisa, sombrero y botas. El agua turbia, y rejillas con alimentos para peces por debajo de la linea de flotación ¿A donde mierda está la tractorista?. Arriba, oxigeno y abajo ramajes temblequeando con las ondas expansivas de movimientos desesperados en la búsqueda. ¡Juré que la vi lanzarse desde aquí? ¿Por qué ahora no está?
“¡¡¡Tractorista!!! gritos clamando desde lo alto del muro a todos los vientos.

    Es el fondo agitado de suciedad, ramas muertas y cumbres de chatarra, y el desplomado cuerpo de la rubia con ojos de pescado y latidos de tortuga en la sangre. ¡Su pierna engarzada en una grieta entre los inservibles restos herrumbrosos!
    ¡Avemaría Purísima! oxigeno, y desespero de compartir el aliento, cabellos como tentáculos dorados entre el lodo y raíces del fondo y tentativa fallida de liberarla de todos los males. ¡Carajo, tractorista! ¡Respire por Dios!. No se me vaya a morir ahora. No me jodas la vida mujer y respira, que no por mí, que por la María Inés ¡Carajo! Que ponga de su parte, con esos cojones con que supo ganarse a mi hija, utilizelos ahora para salir de esta pendejada.¡Que se me va! ¡Mierda! ¡Por favor tractorista, no me haga esto! ¡Y respire!

    ¡Mírala, es ella! mi María Inés, ¡Cristo tan delgada y tan ella!. Ya se baja, ¿porque tendría que ser la última en salir del tren?.
Nunca voy a olvidar, aquella tarde cuando llegué a casa después que medio pueblo se había volcado a orillas de la represa por curiosidad o con ánimos de ayudar. Ojos como fiera salvaje y herida de muerte diciendo esas cosas que dicen las mujeres cuando revientan de sufrimiento. Dejame explicarte María Inés. No es necesario padre, igual ya todo acabó. Yo traté de sacarla, hice todo lo posible. Me voy en el tren de la noche. ¿A donde?. No lo sé. ¡Por Dios! ¿Cuando regresas?. El eterno silencio y el golpe de una puerta maciza entre los dos.
    Ahora ella me ve y viene hacia mí. ¿Está sonriendo o son ideas mías?. Si, todavía con ojos de perro apaleado, con vestigios de dolor pero aclimatándose al proceso de resignación... ¿o de perdón?
El abrazo lento, eterno. ¡Lo siento tanto, hija!. ¡Oh Papa! Te eché tanto de menos. ¡Cariño, yo... no quise que... eso... que pasara y me siento tan culpable!. ¿De qué papá?. De rechazar a ... a su chica ...de que sucediera. Lo se papá, usted no tuvo la culpa. Mientras la sacaba del agua, le rogué a Dios monton de veces para que indultara su existencia, porque ni usted ni ella merecían eso, pero ya usted ve...
¡Te quiero tanto por eso, papá!
Entonces nos empeñamos y dale que dale y el maldito nudo ahí,
sin apenas alguna terminación visible y vueltas torciendo a la derecha, para deshacer hilachas sueltas hasta que finalmente nos topamos con un extremo, entonces ya no es un embrollo sino que va saliendo, así no mas que como un hilo largo, con sus dos puntas.

Por SRM


No hay comentarios:

Publicar un comentario